30 de maio de 2024 -- Jueves de la 8ª semana
Homilía
Jericó era una ciudad importante por la que los Galileos tenían que pasar en su camino hacia Jerusalén, cuando venían por el valle del Jordán. Esta ciudad de palmeras en medio del desierto de Judá era, en el Antiguo Testamento, la puerta de entrada a la Tierra Prometida. Jesús pasó por allí unas cuantas veces, pero nunca se detuvo allí. Los Evangelios no mencionan que haya predicado o realizado algún milagro allí. En el Evangelio de hoy, cuando Jesús hace su ascenso final a Jerusalén, donde será condenado a muerte, pasa una vez más por Jericó, y es al salir de la ciudad cuando se cruza con un mendigo ciego, al que le dicen que es Jesús de Nazaret el que pasa, y que empieza a gritar: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mí".