24 de julio de 2022 -- 17º domingo "C

Gen 18:20-32; Col 2:12,14; Lucas 11:1-13

Homilía

           En la sección del Evangelio de Lucas que venimos leyendo desde hace varios domingos, Lucas describe la subida de Jesús a Jerusalén y sitúa acontecimientos que los demás evangelistas han situado en otros momentos de la vida de Jesús.  También hay historias en esta sección que sólo cuenta Lucas.  Así ocurrió con el Evangelio del Buen Samaritano hace quince días y con el Evangelio de Marta y María el domingo pasado.  En el texto que acabamos de leer, Lucas relata dos enseñanzas de Jesús sobre la oración que también tenemos en Mateo, es decir, el Pater y la exhortación: "pedid y recibiréis... etc.". Y entre estas dos enseñanzas, Lucas coloca otra enseñanza de Jesús, que sólo él relata: la del amigo inoportuno. Detengámonos un momento en esta pieza.

           Este texto es interesante, en primer lugar, porque nos muestra un aspecto de la personalidad de Jesús que no suele aparecer en los Evangelios.  Muestra a un Jesús algo juguetón, con buen sentido del humor, burlándose suavemente de sus oyentes.  Jesús suele utilizar las parábolas como su método preferido de enseñanza.  Una parábola es una historia inventada, al final de la cual cada oyente es llevado a identificarse con uno u otro de los personajes y a aprender una lección.  Aquí Jesús no cuenta una parábola.  Habla directamente a sus oyentes y les dice. " Supongamos que tienes un amigo que viene a molestarte por la noche. Así que Jesús imagina una escena que tendría lugar entre amigos, no entre extraños y, desde luego, no entre enemigos.  Supongamos -dice Jesús- que tienes un amigo que recibe a otro durante la noche y, no teniendo nada en casa, viene a despertarte en medio de la noche para pedirte prestados tres panes.  ¿Qué vas a hacer?  Probablemente dirás: "No es momento de molestar a la gente.  ¡Dejadme en paz! Toda la familia está ya en la cama y dormida.  Y entonces, por supuesto, la otra persona seguirá insistiendo, como se hace entre amigos, y finalmente le darás lo que pide, no porque sea un amigo, sino simplemente para librarte de él. Desde aquí podemos ver a los oyentes de Jesús asintiendo y sonriendo, admitiendo que así sería.

           Y Lucas pone a continuación otra enseñanza de Jesús, absolutamente del mismo tipo (que Mateo también recoge). "Si el hijo de uno de vosotros os pide un pez, ¿le daréis una serpiente que le pique? Y si os pide un huevo, ¿le daréis un escorpión que le pique? Evidentemente, no.

           Y la conclusión de estas dos preguntas de Jesús es directa: "Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en el cielo? Aquí el texto de San Lucas es diferente al de Mateo.  Según Mateo, Jesús dice: "Tanto más vuestro padre que está en el cielo dará cosas buenas al que se las pida".  Según Lucas, dice: "Con mayor razón vuestro padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.

           La finalidad de la oración, pues, no es obtener de Dios la satisfacción de todos nuestros deseos, y menos aún de todos nuestros caprichos.  Más bien, es entrar en comunión con Dios, para que podamos tener el mismo Espíritu con Él y así llegar a saber qué debemos hacer y cómo debemos actuar.  Como criaturas inteligentes, tenemos la responsabilidad de gestionarnos a nosotros mismos y al entorno en el que vivimos.  No debemos pedir a Dios que lo haga por nosotros.  Pero debemos pedirle la inteligencia, el espíritu -su espíritu, el Espíritu Santo- que nos permitirá tomar las decisiones correctas a lo largo de nuestra vida.

           Entonces pediremos, como decimos en el Padre Nuestro, que venga a esta tierra un reino de justicia y de amor, y nos esforzaremos por poner nuestro granito de arena para conseguirlo.  Nos preocuparemos por el pan de cada día (pero no por acumular fortunas colosales) y trabajaremos para que esto sea así para todos los seres humanos.  Nos esforzaremos por perdonar y evitaremos la tentación del triunfalismo. Nótese también que todas las peticiones del Padre Nuestro relativas a nuestras necesidades están formuladas en primera persona del plural.

El "Padre Nuestro", la oración enseñada por Jesús, se resume así en dos cosas: la petición de que la misión de la Iglesia para la instauración de un reino de comunión y justicia en la tierra sea eficaz, y la petición de que los cristianos seamos cada vez más dignos de ese nombre, trabajando para que nuestro mundo sea cada vez más un mundo de hermanos.

Armand Veilleux