10 de enero de 2022 -- Lunes de la 1ª semana par

Sam 1,1-8; Mc 1,14-20

Homilía

           Retomamos hoy el "tiempo ordinario" con el inicio de dos libros de la Biblia que nos acompañarán durante unas semanas: el Primer Libro de Samuel como primera lectura y el Evangelio de Marcos como segunda lectura.

 

           Podríamos decir que el tema de las dos lecturas de hoy es la "Vocación".  En la primera lectura tenemos sólo el comienzo de la vocación de Samuel, de la que tendremos la historia completa en los próximos días.  Reflexionemos, pues, en el Evangelio, en el que tenemos el relato de la llamada de los primeros Apóstoles, tal como lo recoge el evangelista Marcos. 

           Los acontecimientos del ministerio público de Jesús se aceleran.  Juan el Bautista ha sido detenido y está en la cárcel.  Pronto será condenado a muerte.  Jesús, a quien aún no le ha llegado la hora, se dirige a Galilea, donde comienza a proclamar la buena nueva.  Sería inútil tratar de armonizar las narraciones del Evangelio de Marcos con el de Juan, y tratar de decidir si hubo dos llamadas o una, si fue en Judea o en Galilea.  Los evangelistas no son periodistas y su objetivo no es dar una descripción exacta de lo sucedido; se trata más bien de dar una interpretación espiritual y teológica de la llamada de los primeros Apóstoles. 

           En Marcos, hay dos grupos iniciales: primero, Simón y su hermano Andrés, y luego Santiago y Juan, hijos de Zebedeo.  Los cuatro son pescadores, lo que obviamente era una profesión muy común en los alrededores del lago de Galilea.  Todos están trabajando cuando son llamados.  Cuando Jesús les dice: "Sígueme", invitándoles a ser sus discípulos, son llamados a abandonar no sólo lo que poseen, es decir, sus redes y sus barcas, sino también su trabajo, su profesión, su medio de vida.  En el segundo grupo, Marcos quiere mostrar que están llamados a abandonar también su familia y otras relaciones sociales, es decir, su padre y sus empleados.

           Vemos aquí, ya puesto en práctica, lo que Jesús dirá más adelante sobre el discipulado:  No podéis ser mis discípulos sin renunciar a todo lo que tenéis, incluso al padre y a la madre, a los hermanos y a los empleados.

           El comienzo del Evangelio nos muestra ya una comunidad reunida en torno a Jesús e integrada por personas que lo han abandonado todo para seguirle.  Forman lo que pronto se llamará la "comunidad apostólica", es decir, la comunidad de los Apóstoles en torno a Jesús, y los documentos monásticos de los siglos IV y V verán en esa comunidad el prototipo de la vida monástica.

           Esta es una oportunidad que se nos brinda para considerar una vez más nuestra propia llamada a dejarlo todo y seguir a Cristo.  ¿Dejamos realmente todo atrás?  ¿Cuánto de lo que hemos dejado atrás hemos reclamado después? Durante el resto de esta celebración, pidamos a Jesús que nos abra los ojos y nos permita responder honestamente a estas preguntas.

Armand VEILLEUX