Homilías de Dom Armand Veilleux en español.

21 de diciembre de 2023 – 4ª semana de Adviento

Cant 2, 8-14; Lucas 1, 39-45

Homilía

          En los dos primeros capítulos de su Evangelio, Lucas presenta todos los grandes temas de este Evangelio y reúne ya a todos los personajes importantes, empezando por Jesús y Juan el Bautista, a quienes reúne aquí en el seno materno.

18 de diciembre de 2023

Jer 23:5-8; Mat 1:18-24

H o m e l i a

          En este relato de Mateo, que continúa el texto leído ayer, se da el título de "Hijo de David" tanto a José como a Jesús. Lo que se subraya así es el carácter profundamente humano de la intervención de Dios en la historia. El Hijo de Dios no se encarnó en abstracto. Se hizo hombre, un hombre concreto, nacido en un momento concreto de la historia de la humanidad, en un pueblo y una familia concretos. Este entorno concreto le moldeó, le dio las categorías de pensamiento y lenguaje que le permitieron hablarnos utilizando un conjunto específico de imágenes y conceptos.

16 de diciembre de 2023 - Sábado de la 2ª semana de Adviento

Si 48:1-4, 9-11; Mt 17:10-13

H o m e l i a

          Desde el comienzo del Adviento, la primera lectura de la misa es del libro de Isaías. De este modo, hemos recorrido rápidamente este hermoso Libro, a través de textos bien elegidos con sabor mesiánico, y especialmente, durante la última semana, la segunda parte del Libro de Isaías, llamada "El Libro de la Consolación de Israel".

17 de diciembre de 2023, tercer domingo de Adviento "B".

Es 61,1-2a.10-11; 1 Tes 5,16-24; Jn 1,6-8.19-28

Homilía 

          Aunque en este año litúrgico utilizamos normalmente el Evangelio de Marcos, la lectura del Evangelio de hoy está tomada del de Juan, y más precisamente del mismo Prólogo de ese Evangelio. En este grandioso Prólogo Juan establece desde el principio la tensión e incluso la lucha entre las tinieblas y la luz; entre la Luz que vino a este mundo y las tinieblas que no la recibieron. Y de inmediato dice: "Había un hombre enviado por Dios; se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz..." Pero su testimonio no fue recibido. Esta fue la primera manifestación de la lucha de las tinieblas contra la Luz, una lucha que nos llevará a la muerte de Jesús, cuando las tinieblas cubran la tierra, esperando la deslumbrante luz de la resurrección.

14 de diciembre de 2023 - Jueves de la segunda semana de Adviento

Isaías 41:13-20; Mateo 11:11-15

Memoria de san Juan de la Cruz

Homilía

          Juan el Bautista envió a sus discípulos a Jesús desde la cárcel para preguntarle si era él el que iba a venir o si había que esperar a otro. Jesús contestó diciendo: " Vayan y cuenten a Juan lo que han visto: los cojos caminan, los sordos oyen, etc.", refiriéndose explícitamente a muchas de las profecías de Isaías que hemos escuchado en la primera lectura de la Misa en estos días.

15 de diciembre de 2023 - Viernes de la 2ª semana de Adviento

Is 48,17-19; Mt 11,16-19

Homilía

          En los primeros capítulos de su Evangelio, San Lucas establece un paralelismo entre Jesús y su precursor Juan. Así, el relato del anuncio a Zacarías del nacimiento de Juan el Bautista es bastante paralelo al relato que leemos del anuncio a María del nacimiento de Jesús, que leemos en la fiesta de la Inmaculada Concepción. En el pasaje del Evangelio de Mateo que acabamos de leer, el propio Jesús establece este paralelismo entre él y Juan. Juan el Bautista ocupa, pues, un lugar muy especial en el Evangelio, y también ocupa un lugar muy especial en la liturgia de Adviento.

13 de diciembre de 2023 - Miércoles de la 2ª semana de Adviento

Isaías 40, 25-31; Mateo 11, 28-30

Memoria de santa Lucia

Homilía

El Evangelio que acabamos de leer incluye varios puntos de contacto con el Magnificat de la Virgen María, que son muy interesantes y sumamente reveladores.

Jesús invita a todos a llevar su yugo sobre los hombros y a hacerse discípulos suyos porque, dice, "soy manso y humilde de corazón".

Los pequeños, los humildes, ocupan un lugar muy especial en el Evangelio. El Padre les tiene un amor preferencial. María es uno de estos pequeños, y así lo proclama al comienzo del Magnificat: "Mi alma exalta al Señor... porque se ha acordado de la humildad de su esclava". La palabra griega utilizada aquí (tapeinôsin) se traduce de distintas maneras en las diversas traducciones de la Biblia: humildad, bajeza, condición humilde. Pero es el adjetivo correspondiente que Jesús utiliza en el Evangelio de hoy cuando dice que es manso y "humilde" (tapeinos) de corazón. Y es la misma palabra que usa María más adelante en su Magnificat, cuando dice que el Señor ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha exaltado a los "pequeños", a los humildes (tapeinous).

Cuando Jesús da gloria a su Padre por haber revelado a los pequeños lo que estaba oculto a los sabios, los pequeños de los que habla son sus discípulos. Y no eran niños ingenuos. Eran hombres adultos que conocían los caminos del mundo: Mateo, el recaudador de impuestos, sabía hacer dinero; Judas, el zelote, conocía el arte de la guerra de guerrillas; Pedro, Santiago y Juan eran pescadores que sabían guiar su barca por el lago y echar la red. Lo habían dejado todo para convertirse en discípulos de Jesús. Cuando Jesús les invita -y nos invita- a la sencillez de corazón, no nos está invitando a una actitud infantil o a un tipo de espiritualidad infantil. Nos está invitando a una forma muy exigente de pobreza de corazón. Nos invita a seguirle como discípulos, y por tanto a renunciar a todas nuestras fuentes de seguridad, y especialmente a nuestra sed de poder, del mismo modo que sus discípulos renunciaron a todo para seguirle.

La gran característica de los niños es su impotencia. Un niño puede ser, a su manera, tan inteligente, cariñoso, etc. como un adulto. Pero como aún no ha acumulado conocimientos, posesiones materiales y relaciones sociales, es impotente. En cuanto nos hacemos adultos, queremos ejercer el poder y el control: sobre nuestra propia vida, por supuesto, luego sobre otras personas, luego sobre las cosas materiales y, a veces, incluso sobre Dios. Esto es a lo que Jesús nos pide que renunciemos cuando nos pide que seamos como niños pequeños.

Un ejercicio útil de autoconocimiento podría ser examinar las diversas formas en que se expresa nuestro afán de poder en los distintos aspectos de nuestra vida, y cómo defendemos ese poder. Contemplemos entonces a nuestro Señor, que no vino como un rey poderoso en su trono, sino como un profeta humilde e impotente montado en un burro.

Contemplemos también la humildad de su sierva santísima, su madre, y con ella cantemos con renovada alegría y esperanza: "Derriba a los poderosos de sus tronos, levanta a los humildes". Y que un día cantemos juntos por los siglos de los siglos: "Bendito sea el Dios de Israel, porque se ha fijado en la humildad de sus siervos."

 

Armand Veilleux