26 de diciembre de 2025 – San Esteban, primer mártir

Hch 6,8-10; 7,54-60; Mt 10, 17-22

H o m i l i a

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer celebramos el nacimiento de Jesús, hijo de Dios.

Sabemos que Dios se encarnó y vino a este mundo para nuestra salvación.

Y, por supuesto, ya sabemos que es a través de su muerte y resurrección que nos redimirá y nos dará la salvación.

El Evangelio que acabamos de leer nos indica ya que cualquiera que quiera ser un fiel discípulo de Cristo deberá estar dispuesto a tomar decisiones y que esas decisiones pueden costarle la vida.

Hoy, al día siguiente de la celebración de la Natividad de Jesús, celebramos la memoria del primero de sus discípulos que fue llamado a dar su vida por fidelidad al Evangelio, san Esteban.

Y ya en el relato mismo de la muerte de Esteban aparece la figura de Pablo, que en ese momento está del lado de los perseguidores —al menos pasivamente—, pero que también será llamado a dar su vida por fidelidad a su Maestro, Jesús.

Esta grandiosa visión del misterio de la Redención nos abarca a todos.

Es poco probable que algún día tengamos que sufrir el martirio para permanecer fieles a Cristo y al Evangelio.

Pero una cosa es segura: a lo largo de nuestra vida, siempre tendremos que estar preparados para todo lo que nos exija nuestro amor a Cristo, que nos amó hasta el punto de dar su vida por todos nosotros y por cada uno de nosotros.

Pidamos a san Esteban, el primer mártir de Cristo, que nos conceda a cada uno de nosotros la gracia de saber amar hasta el final, sea lo que sea lo que esta fidelidad al amor de Cristo nos exija.

Armand Veilleux