23 de agosto de 2022: martes de la 21ª semana "A"

2 Tesalonicenses 2:1… 17; Mateo 23:23-26

Homilía

          El Evangelio de hoy es una continuación del de ayer. Es una larga lista de "maldiciones" de Jesús contra los fariseos. Probablemente los autores de nuestro leccionario litúrgico consideraron que era demasiado leer estas "maldiciones" de una vez, aunque no hubiera sido una lectura tan larga.  Lo que Jesús criticaba a los escribas y fariseos en la primera parte era su hipocresía.  En el texto que acabamos de leer, Él continúa con el mismo tema, e incluso de forma más explícita.  Menciona dos formas más concretas de hipocresía.

          La primera forma de hipocresía que les reprocha es la de practicar con gran precisión e incluso escrupulosidad preceptos secundarios de la Ley relativos al diezmo que debe pagarse sobre las diversas formas de cultivo, mientras descuidan los preceptos más fundamentales de la Ley, a saber, la justicia, la misericordia y la buena fe.

          La segunda forma de hipocresía que Jesús reprocha a los escribas y fariseos es la de someterse a ritos externos de purificación, sin tener en cuenta la pureza de sus corazones.  "Purifica primero el interior de la copa", les dice, "luego podrás purificar el exterior".

          Estas palabras del Maestro deberían llevarnos a todos a un serio examen de conciencia.  ¿Acaso no observamos todos, en un momento u otro, con gran escrupulosidad algunos preceptos muy secundarios, un poco para darnos buena conciencia por descuidar tal o cual exigencia más fundamental de caridad o de justicia?

          Y como es muy fácil engañarse y equivocarse en este terreno, la corrección fraterna a la que nos obligan la Regla de San Benito y el Evangelio es aún más necesaria. Pablo, en su carta a los Tesalonicenses, que le eran tan queridos, nos da un bello ejemplo de una corrección fraterna que puede ser muy directa e incluso muy fuerte, y al mismo tiempo ser no sólo muy caritativa, sino incluso llena de ternura.

          Pidamos al Señor la gracia de saber practicar -y recibir- esta forma de caridad que es la corrección fraterna.