19 de abril de 2022 - Martes de la Octava de Pascua

Hechos 2:36-41; Juan 20:11

 

H o m e l i a

              María Magdalena, la que había ungido los pies de Jesús y los había besado con ternura, aquella de la que Jesús dijo que dondequiera que se proclamara el Evangelio se contaría lo que había hecho en su memoria, esta misma María fue la primera en acudir al sepulcro en la mañana del tercer día.  Hemos visto en el pasaje del Evangelio leído en la misa del día de Pascua cómo encontró la tumba vacía y corrió a informar a Simón Pedro y a Juan.  Fue, pues, la primera de los discípulos de Jesús en anunciar la Resurrección.

              En el pasaje del Evangelio de Juan que acabamos de leer, que sigue al que se leyó el domingo de Pascua, la encontramos junto al sepulcro, llorando porque se han llevado a su Jesús.  Es entonces cuando Jesús se le manifiesta.  Por tanto, es la primera persona a la que Jesús se manifiesta después de su resurrección.  Se da a conocer simplemente llamándola por su nombre. "La llama 'María', como probablemente había hecho muchas veces durante sus encuentros en Betania, en casa de Marta.  Ella le responde con la misma nota de intimidad: "Rabbou-ni", que no significa simplemente "Maestro" sino "Mi maestro". Y de nuevo la envía a sus discípulos, a los que ya no llama simplemente sus discípulos, o sus amigos, sino sus hermanos. Y la elección de la palabra "hermanos" es importante, porque el mensaje ya no es que se reunirá con ellos en Galilea.  El mensaje es que sube a "su Padre" y al Padre de ellos.

              La experiencia de la Resurrección cambiará radicalmente a los discípulos. A lo largo del tiempo de Pascua, la primera lectura de la misa de cada día nos transmitirá la experiencia de la primera comunidad cristiana. La lectura de ayer, y la de hoy, que es una continuación de la misma, nos habla del discurso de Pedro a la multitud el día de Pentecostés.  Este Pedro, temeroso por su propia vida, que había negado a Jesús el día de su arresto, habla ahora a la multitud con valentía y audacia: "Este Jesús al que matasteis", les dice, "el Padre lo ha resucitado". Toda la predicación cristiana se resume en estas palabras.  Todo lo demás consistirá simplemente en deducir conclusiones prácticas de este hecho fundamental.

La liturgia del tiempo de Pascua nos permitirá ver cómo lo vivieron los primeros cristianos.

Armand Veilleux