24 de marzo de 2022 - Jueves de la 3ª semana de Cuaresma

Jer 7:23-28; Lucas 11:14-23

Homilía

El Prólogo de la Regla de San Benito recoge muchas de las enseñanzas e incluso expresiones que ya encontramos en el hermoso texto de Jeremías que hemos escuchado como primera lectura. "Escuchad mi voz (dice el Señor, por boca de Jeremías), -- Escuchad mi voz: yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. » Basta, pues, con escuchar la Palabra de Dios para pertenecer a su Pueblo.  El diálogo con Dios en la oración nunca es algo puramente individual.  Este diálogo nos pone en comunión con todos los demás "oyentes de la palabra". Es este mismo diálogo el que nos convierte en "Pueblo" o "Iglesia". Esta palabra de la Escritura fue la intuición fundamental del gran teólogo alemán Karl Rahner, quien, en una de sus primeras obras, una obra de filosofía publicada ya en 1941, al comienzo de la guerra, describió al ser humano como esencialmente, por su propia naturaleza, un "oyente de la Palabra" (Hörer des Wortes), ya que es por la misma Palabra de Dios que somos creados.

Cuando Dios habla al hombre es para llamarlo a ponerse en camino.  El texto de Jeremías que hemos escuchado continúa: "...andarás por todos los caminos que te mando, para que te alegres".

Si volvemos al Prólogo de la Regla de San Benito, que mencioné al principio, comienza así: "Escucha, oh hijo mío, los preceptos del Maestro -el Maestro es Cristo- e inclina el oído de tu corazón, para que vuelvas por el camino de la obediencia a aquel de quien te has alejado por el camino de la desobediencia".  También aquí se trata de emprender un viaje.

Un poco más adelante, en el prólogo, Benito establece el escenario. Nos muestra a Dios gritando en la encrucijada: "¿Quién es el que desea la vida y quiere días felices? "Y si responden "Sí, soy yo", continúa Benedicto, es para ustedes que escribiré mi Regla.  Así, según San Benito, el objetivo de la vida monástica es tener Vida y ser feliz.  Y para ello es necesario seguir el camino de la conversión. Y por eso Benedicto dice que toda la vida del monje es Cuaresma, porque debe ser todo un camino de conversión, es decir, de retorno a Dios por la vía de la Obediencia, es decir, por la vía de la Escucha.

Porque, como nos recuerda el final del texto de Jeremías, si no escuchamos, la verdad habrá desaparecido de nuestra boca: no sólo no podremos decir la verdad, sino que ni siquiera podremos vivir en la verdad.

Aquí tenemos todo un programa de Cuaresma.

Armand Veilleux