26 de agosto de 2021 - Jueves de la 21ª semana de OT

1 Tes 3:7-13; Mat 24:42-51

H o m e l i a

            El Evangelio de hoy, tomado de uno de los últimos capítulos del Evangelio de Mateo, pone de relieve uno de los principales retos de la vida cristiana: el de permanecer vigilantes, perseverantes y fieles hasta el final.  La casa que Dios nos ha confiado y que no debemos permitir que sea invadida por el espíritu maligno es ciertamente la Iglesia y nuestra comunidad; pero es sobre todo nuestro propio espíritu, nuestra propia persona, la que debemos vigilar para que el enemigo no tenga acceso a ella.  Somos siervos de aquel que se ha hecho siervo de todos; y el Maestro espera encontrarnos, en cualquier momento, no sólo en traje de siervo, sino sirviendo. 

 

            A este nivel, sería un error tratar de encontrar una oposición entre acción y contemplación, vida activa y vida contemplativa.  Al igual que Jesús dijo una vez "mi Padre está siempre trabajando y yo también", aquí dice: Así como Jesús dijo una vez: "Mi Padre está siempre trabajando y yo también", aquí dice: "Dichoso el siervo al que el amo vuelve a encontrar trabajando".  No somos contemplativos cuando no trabajamos y, desde luego, no por no trabajar.  Somos contemplativos cuando nos unimos a Dios en una profunda relación de amor, que se realiza mejor cuando servimos a nuestras hermanas o hermanos.

            Asimismo, estar "vigilantes" no significa estar inmóviles e inactivos, a la espera de lo que pueda ocurrir; significa estar despiertos y activos, totalmente entregados a la tarea que se nos ha encomendado.